4 de marzo de 2010

Ojalá tiemble y ya

Hace unos días estaba considerando irme a Buenos Aires, Argentina, de vacaciones. —¿Por qué no mejor vas Santiago de Chile?— me dijo mi mamá por teléfono mientras enlistaba los costos y las fechas en las que podía irme.
Esta conversación debe haber sido por el jueves de la semana pasada y me emocionó tanto, que ya estaba yo pensando en irme toda una semana y visitar las dos ciudades sin importar lo que eso me costara, hasta que llegó el sábado y cambió la historia (además de la geografía terrestre). El sismo de 8.8 grados en escala de Richter que tuvo como epicentro la ciudad de Concepción en Chile hizo que mis temores y sueños catastróficos se reavivaran; sobra decir que un desastre de esa magnitud podría suceder aquí en cualquier momento y debemos tenerlo presente todo el tiempo para que cuando pase, las pérdidas sean mínimas.
A lo mejor mi tristeza y preocupación surge del miedo a que vivamos algo parecido, pero ver por lo que han tenido que pasar los chilenos (y antes los haitianos) hace que llore con cada nota que leo o veo en la televisión. Pero, en Chile las bajas han sido muy pocas (o eso dice su gobierno) debido a que la conciencia de la cercanía de un desastre natural de tal magnitud ya se había implantado en ese país por el terromoto de 9.5 grados en la escala de Richter con epicentro en la ciudad de Valdivia durante 1960 y muchas de sus edificaciones habían sido echas con la intención de resistir un movimiento telúrico. En México no.
Acá muchas de las construcciones son muy viejas y las nuevas son demasiado frágiles. Además, toda la ciudad está construida sobre un lago ya seco y ríos entubados, lo que ha hecho que la tierra se recorra por falta de humedad y se termine por hundir casi toda el área urbana. ¿En qué momento se le ocurrió a los aztecas construir sobre un lago?, o mejor aún, ¿En qué momento se nos ocurrió eliminar el lago y los ríos que soportaban la ciudad? Aplausos para nosotros.
Quién sabe cuándo llegue el temblor, quién sabe qué tan fuerte será, lo que nos queda es vivir alertas, con la certeza de que tarde o temprano estará bajo nuestros pies. Sinceramente, yo preferiría que fuera pronto, para poder quitarnos de una vez la espinita que tenemos clavada en algún lugar entre el estómago y el corazón.
Este cartón me sigue dando mucha risa, fue hecho hace un año, cuando en México tuvimos el acierto de descubrir el virus de la influenza H1N1 y ¿qué le dijo México a la influenza? Mira cómo tiemblo, jaja.


1 comentario:

  1. :) Hay un viejo dicho entre los paramedicos: "Cuando te toca, aunke te kites, y cuando no te toca, aunke te pongas..." Sencillo, si nos va a caer una losa en la cabeza, nos tocaba!
    Igual pienso ke no sirve de nada preocuparnos de mas... es miles de veces mas probable ke al salir de casa nos atropelle un auto o nos muramos de hipo ke de kedar atrapados dentro de un edificio si temblara...
    Me encantan tus post! Me declaro fan!!!

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