7 de enero de 2011

2010

Sí, ya sé que este post debió estar publicado la semana pasada, pero comprenderán que me dieron vacaciones y eso me ha mantenido ocupada fuera de la computadora por un buen rato. No obstante, quiero cerrar propiamente el año que terminó con un recuento de aquellos hechos o elementos que harán que ese ciclo de 365 días permanezca en mi memoria.

Hechos cotidianos:
  •  JM y yo cumplimos un año de habernos 'independizado'.
  • Sebastián tiene un año de estar por acá dando lata.
  • Pasé otros 365 días trabajando en la revista, lo que da un total de tres añotes.
  • Dos palabras: Buenos Aires. Si su placer es la pizza (o el queso o la carne en cualquiera de sus presentaciones), deben ir.
  • Tuve el honor de conocer a 12 maravillosas personitas, llenas de japichainez, colores, ideas y letras. Si les interesa saber quiénes integran el #comandosanrio, den click aquí.
  • Descubrí que tengo que enseñar a mi mente a concentrarse en el aquí y el ahora, en lugar de divagar. De ahí mi reciente inclinación hacia el ejercicio y el tejido.
Libros:

  • El viajero del siglo, de Andrés Newman.
  • Octavio Paz. Las palabras del árbol. Elena Poniatowska.
  • Los libros que nunca he escrito, de George Steiner.
  • La luna roja, de Luis Leante.
  • Papeles inesperados, de Julio Cortázar.
  • El tambor de hojalata, de Günter Grass.
  • La identidad, de Milan Kundera.
  • El día antes de la felicidad, de Erri de Luca.
  • Rapsodia Gourmet, de Muriel Barbery.
  • Kitchen, de Banana Yoshimoto.
  • De qué hablo cuando hablo de correr, de Haruki Murakami.
  • Kafka en la orilla, de Haruki Murakami.
  • Amrita, de Banana Yoshimoto.
  • El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, de Haruki Murakami.
  • Árbol de familia, de María Rosa Lojo.
  • Sukkwan Island, de David Vann.
  • Mire al pajarito, de Kurt Vonnegut.
Conciertos:
  • Les Luthiers, en el Teatro Gran Rex en BAires. Nunca me perdonaré haber estado tan cansada por el vuelo (era nuestro primer día) y haber dormitado en el sketch en que decían mi nombre.
  • Los Concorde, en el Imperial. Nuestra presencia en la primera fila se debió a un conjunto de casualidades, de esas que uno cree que nunca sucederán.
  • Joaquín Sabina, en el Auditorio Nacional. Los boletos llegaron a mis manos unas horas antes y ni modo de no ir. Además, era Sa–bi–na. Nos tocó hasta arriba, en asientos separados, lo que al final no importó porque nos juntamos.
  • Paul McCartney, en el Foro Sol. Un aguacero memorable, no había un centímetro de mi ropa que no estuviera empapado y fue la purga completa, física y mental, diría yo.
  • El Instituto Mexicano del Sonido y Quiero Club, en el Lunario. Gracias @pa_uh, por esos momentos. Eres increíble.
  • Fito Paez, en el Auditorio Nacional. A pesar de los ridículos (porque eso fue lo que hicieron) de Armando Manzanero y Susana Zabaleta, fue parte de mi reseteo mental y emocional.
  • Carla Morrison y Kate Nash, en el Vive Cuervo Salón. Una noche para que las chicas cantaramos y bailaramos por horas.
  • Fobia, en el Ibero Fest. Ya muchos lo saben, pero JM (@joecaster) y yo 'salimos' por primera vez en un concierto de Fobia hace dos años. Volver a escucharlos en vivo fue una linda forma de festejar.
Tal vez el 2010 parezca haber estado menos atiborrado que años anteriores, pero tengo que reconocer que me lo pasé mirando hacia adentro en su mayor parte, un acto que de tanto en tanto se vuelve indispensable, sobre todo cuando se trata de encontrar el camino. No puedo decir que ya haya encontrado lo que buscaba, pero sí que ya estoy más cerca. Sólo queda agradecer a las personas que la vida puso cerquita de mí para ayudarme y aguantarme. Las y los quiero.

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