(Esta foto tiene muchos años, pero, ¿ya vieron lo bonita que es mi mamá?)El domingo pasado mi mamá conoció mi departamento, un gran paso para mis padres, pues déjenme decirles que llevo cuatro meses viviendo en este departamento y que, aunque ya sabían donde era, nunca habían subido.Uno de los primeros grandes cambios que ha provocado en mi existir el vivir sola es que ahora estoy más cerca que nunca de mis padres y también de mis hermanos. Creo que vivir todos juntos ya nos había enviciado, peléabamos por pelear; ahora, mis hermanos me buscan y yo a ellos, lo mismo con mis papás, cuando nos vemos es porque queremos hacerlo y hasta hablamos más que cuando yo estaba en el mismo sitio que ellos.
No sé qué era lo que les daba miedo, si llegar a mi departamento y ver que era horrible o darse cuenta de que en realidad no está tan mal; el único juicio negativo que emitió fue:
—Está chiquito, Alhelí.
Yo le respondí que ni tanto, que para qué necesitaba más espacio si sólo éramos JM, Sebastián y yo, luego le hice una breve descripción del plan que tenemos para decorarlo y amueblarlo. Creo que no le pareció tan mal, porque después de comer todos nos acostamos en la cama y dormitamos por un rato. Me atrevo a decir que hasta se divirtió, porque se puso a tratar de explicarle a Sebastián cómo dar la pata, a lo que mi can —al que le gusta hacerse el digno— respondió con su actitud de 'no me importa'.
Cuando se fue me dijo que la vista estaba muy padre y me dio la impresión de que estaba tranquila, que ya sabía que estaba bien, que no vivía en un mal lugar y que JM, Sebastián y yo nos la pasamos bien. Hasta se llevó su itacate de mis huerto de plantitas aromáticas, que por cierto, han crecido hasta parecer una selva. Además, creo que con esta primera visita traspasamos la barrera que les evitaba venir a mi casa, ya podrán ir cuando quieran (bueno, cuando nos pongamos de acuerdo).
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