Qué feo se siente que de pronto llegue alguien y te diga que estás mal, que todo en lo que se encuentra basada tu forma de ser, vivir y actuar no le gusta a los demás y que necesitas cambiar.
Ya he escrito aquí hasta el cansancio cómo mi jefe me ha criticado y pedido que cambie cosas en el último año (como ser callada y mover los pies), pero he de decirles que cuando llega alguien que realmente te importa y hace trizas tu personalidad, la sensación de impotencia y angustia se incrementa exponencialmente. Sobre todo porque la realidad te golpea con guante blanco cuando esto pasa: estás solo y no hay nadie que te defienda de estas críticas, nadie que te diga que no es cierto, que eres un amor de persona, que tu actitud está justificada y que no necesitas cambiar. O tal vez sí hay quien, pero no lo escuchas.
Desde niña mis papás siempre me dijeron que preferían decirme la verdad a ilusionarme con mentiras piadosas, para ellos era mejor decirme que no iba a poder hacer algo o que estaba mal o que no me veía bien con la moda del momento a decirme que no me preocupara, que todo saldría bien o que me veía linda aunque no fuera cierto. Ahora, veintitantos años después, sigo rodeándome de personas así, que me dicen las cosas de frente y sin rechistar, que rompen cualquier ilusión que yo pudiera tener y me plantan los pies en la tierra.
No está mal, lo sé, yo misma soy defensora de la sinceridad ante todo, sólo quisiera que fueran un poco sutiles, que se preocuparan por mis sentimientos y que se pusieran en mi lugar, eso es todo.
Sé que no lo harán, así como yo he sido obstinada en no cambiar mi forma de ser, ellos lo serán con la suya, la defenderán a muerte y lucharán por no cambiarla. Nunca terminaremos. Ojalá hubiera un modo de encontrar el punto medio, en el que mis cambios fueran mínimos y los demás los aceptaran, en el que yo aprendiera a aceptar críticas y a tener cabeza fría en las discusiones.
Estamos solos, nadie más nos echará porras, nadie nos dará la mano a lo largo de tu vida, nadie nos ayudará si se te olvida algo en el trabajo, todos hablarán mal de nosotros si pueden y a nadie le importa lo que nos pase o lo que sientamos.
Estás solo. Punto. Deal with it.
¿Será?
Ya he escrito aquí hasta el cansancio cómo mi jefe me ha criticado y pedido que cambie cosas en el último año (como ser callada y mover los pies), pero he de decirles que cuando llega alguien que realmente te importa y hace trizas tu personalidad, la sensación de impotencia y angustia se incrementa exponencialmente. Sobre todo porque la realidad te golpea con guante blanco cuando esto pasa: estás solo y no hay nadie que te defienda de estas críticas, nadie que te diga que no es cierto, que eres un amor de persona, que tu actitud está justificada y que no necesitas cambiar. O tal vez sí hay quien, pero no lo escuchas.
Desde niña mis papás siempre me dijeron que preferían decirme la verdad a ilusionarme con mentiras piadosas, para ellos era mejor decirme que no iba a poder hacer algo o que estaba mal o que no me veía bien con la moda del momento a decirme que no me preocupara, que todo saldría bien o que me veía linda aunque no fuera cierto. Ahora, veintitantos años después, sigo rodeándome de personas así, que me dicen las cosas de frente y sin rechistar, que rompen cualquier ilusión que yo pudiera tener y me plantan los pies en la tierra.
No está mal, lo sé, yo misma soy defensora de la sinceridad ante todo, sólo quisiera que fueran un poco sutiles, que se preocuparan por mis sentimientos y que se pusieran en mi lugar, eso es todo.
Sé que no lo harán, así como yo he sido obstinada en no cambiar mi forma de ser, ellos lo serán con la suya, la defenderán a muerte y lucharán por no cambiarla. Nunca terminaremos. Ojalá hubiera un modo de encontrar el punto medio, en el que mis cambios fueran mínimos y los demás los aceptaran, en el que yo aprendiera a aceptar críticas y a tener cabeza fría en las discusiones.
Estamos solos, nadie más nos echará porras, nadie nos dará la mano a lo largo de tu vida, nadie nos ayudará si se te olvida algo en el trabajo, todos hablarán mal de nosotros si pueden y a nadie le importa lo que nos pase o lo que sientamos.
Estás solo. Punto. Deal with it.
¿Será?
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