14 de octubre de 2009

De todo un poco

En este espacio había escrito un párrafo muy deprimente sobre el fin de quincena, pero en vista de que ya llegó, podemos pasar a otros asuntos.

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El sube y baja en el que se ha convertido mi vida tiene algunas personas que hacen que me sienta mejor: JM, obviamente, mi hermana y la Estrellita, pero también están las personas que no forman parte de mi cotidianeidad y me hacen sentir bien, por ejemplo, el día que entrevisté a Carlos Llano, me felicitó por un reportaje sobre las empresas familiares y hace poco hablé con mi exjefa de la agencia de noticias y también me echó muchas porras.

Es entonces que pienso que a lo mejor las críticas negativas de mi actual jefe son un poco exageradas; tengo errores y descuidos, eso lo reconozco y lo he hecho siempre, porque, a final de cuentas, mi trayectoria laboral se remonta a más o menos dos años y medio y dudo mucho haber aprendido todo lo que hay por aprender...¡gulp! (así me trago mi soberbia y prepotencia), pero a la mejor no soy tan mala como me ha hecho llegar a creer y tal vez sus críticas no debería afectarme tanto.

JM debe estar pensando el clásico I told you so...

Mi jefe, sin más detalles, es alguien que piensa que la tecnología es un intermediario entre nosotros y la vida, por consiguiente, que en realidad no estamos viviendo. Considera que si chateamos con alguien es porque no vemos ni veremos a esa persona y que el estar 'en línea' nos impide tener relaciones reales no sólo con el mundo, sino con los demás (incluyendo a familia, amigos, compañeros y, por supuesto, parejas). Su celular es uno de pantallita verde y no lo usa ni en defensa propia; además, alguna vez me platicó que su cuenta de correo la sacó hace más o menos dos años, osea, mi mail fue el mismo durante diez años y lo seguiría siendo si no me la hubiera hackeado, pero me resulta increíble que mis primeras cuentas las hice cuando estaba la secundaria y que él, a sus 38 años, apenas se involucre con la tecnología y que además esté decidido a limitar que yo haga uso de ella en la oficina.

Él piensa que cualquier aparato me distrae, me prohibió usar el celular o recibir llamadas personales más de una vez al día, inclusive, me regañó por tener abiertas varias ventanas en la computadora, porque según él, al hacer muchas cosas no pongo toda mi atención en una sola.


En fin, estoy de acuerdo con que muchas veces usamos la tecnología para distraernos, pero considero que al prohibirme el uso del celular se mete en cuestiones personales que no le corresponden y que al limitar el número de ventanas que puedo utilizar a la vez lo único que logra es que me aburra y no me sea posible estar diez horas en la oficina sin dormirme.

Ese es mi jefe, alguien que si no fuera por su bipolaridad coronada con neurosis y su tajante rechazo a la evolución podría ser considerado buenaondita; de hecho, creo que hasta podríamos llevarnos bien, pero no, prefiere divertirse torturándome con elogios un día y regaños al otro. Así que si alguien se preguntaba por qué un día escribo llena de ánimos y como si mi vida fuera la mejor de todas y al otro me derrumbo y digo lo mucho que apesta mi vida...ahora saben una de las razones.

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Ayer fui a ver Inglorious bastards (Bastardos sin gloria, 2009) de Quentin Tarantino y no me voy a deshacer en elogios hacia el director o los actores; simplemente voy a decir que la historia a pesar de sencilla es buena y que las actuaciones no dejan nada que desear. ¿Es menos sangrienta que otras películas de Tarantino? Sí. ¿La perspectiva de la historia cambia drásticamente en cada capítulo? Sí. Pero es buena. A pesar del dramatismo de algunas escenas (y de la Segunda Guerra Mundial per se) el espectador no sabe si llorar o reír con el clásico ingenio del director para intercalar escenas desgarradoras con comentarios o actitudes chuscas de los personajes y que los actores, sincera y personalmente, logran representar. Además, me impresionan los brincos entre idiomas que algunos personajes hacen, pues aún cuando se hablen tres idiomas, resulta complicado cambiar el pensamiento entre uno y otro en cuestion de segundos.

Conclusión: vale la pena, sean fans de Tarantino o no y esperen una película gore o no. La neta, me gusta la escena final y la línea de Brad Pitt sobre el uniforme nazi...



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