30 de septiembre de 2009

Lo que hace Tchaikovsky...

Tengo que ser honesta: soy una tonta, una ilusa (que no una tonta ilusa) y mi vida apesta.

Si no fuera así, definitivamente no estaría escuchando Tchaikovsky y más neurótica de lo que he estado toda mi vida en la medianoche de un martes para poder entregar todo mañana...carajo.

Nunca me había sentido más incapaz que hoy. Con todo y que existió un momento de lucidez y felicidad en el día, el resto se vio echado a perder por mi incapacidad para dedicar todo un día a cosas que TENÍA que hacer. TENGO que hacer.

Me lleva... ahora es cuando se me antoja un cigarro. Alguien recuérdeme porqué ya no fumo. Lo olvidaba, no hay nadie en el mensajero para que me lo recuerde. ¿Por qué escucho esta música cuando estoy no enojada sino lo que le sigue?

Lo peor es que esto es lo que pasará a continuación, de acuerdo con mi recién adquirida incapacidad para desvelarme: trabajaré la siguiente media hora y antes de que dé la una ya estaré babeando sobre el teclado, luego me iré a acostar (seguramente sobre las cobijas y sin lavarme los dientes), me levantaré por la mañana, tarde, correré al trabajo sin haber desayunado y estaré más neurótica que ahorita.

¿Lo ven? Mi vida apesta.

Dejo de lamentarme y empiezo a trabajar.


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