Hoy tuve uno de esos sueños que recuerdo con claridad cuando despierto. Normalmente no sueño y frecuentemente olvido qué fue lo que soñé minutos después de despertar, de manera que cuando me encuentro en la regadera y tengo la intención de dedicarle algunos minutos a mi sueño, esto ya no es posible.
Los pocos sueños que perduran en mi mente me atormentan por el resto de mi vida; podría decir que me muestran el papel que jugarán las personas que se van volviendo indispensables en mi espiral. Con anterioridad me han mostrado quién sería mi mejor amigo y qué pasaría con algunas relaciones personales, el de anoche me mostró qué papel jugaremos al final en la vida del otro.
Fue raro, fue demasiado claro, recuerdo demasiados detalles y demasiadas palabras. Por un lado me alegró saber cómo será todo, pero por el otro, me angustia pensar en que será así, tal cual, sin poder cambiar nada. Es más, quisiera que no tuvieran que ocurrir ciertas cosas que tendrían que ocurrir para llevarnos a ese desenlace. No me gusta sentirme predestinada a vivir ciertas cosas, pero mi experiencia, hasta ahora, ha sido que como me lo dijo mi amiga ‘C’ hace ya muchos años: “Los sueños de ese tipo o se hacen realidad o sucede completamente lo contrario”. Y como dije, mis sueños suelen hacerse realidad…
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