11 de noviembre de 2008

In the hands of time...

Nunca había ido a un concierto de verdad, no había cantado tantas canciones tristes para sentirme mejor, jamás había hecho un ritual para exorcizar cierta clase de demonios, y, ciertamente, nunca había caminado por Paseo de la Reforma a las dos de la mañana. El día que lo hice, me sentí diferente.
No mejor, no peor, no más feliz, no menos triste…sólo diferente. Tal vez sea que esta ocasión —sensación— lo ameritaba; es una de esas en que todos dicen: “lo que te hizo no tiene madre” (bueno, palabras más, palabras menos). He de reconocer que es la primera vez que estoy en silencio, un completo y absoluto silencio. No tengo nada que decirle, al menos no a él porque de él he hablado y escrito bastante, no por ahora y tal vez nunca. En realidad no tuvo madre.
Por lo que veo, mi disertación me está saliendo muy negativa, y eso que estoy en modalidad neutra, ni extremadamente triste, ni extremadamente feliz, sólo acatarrada (para variar), cansada y eso sí, muy decepcionada. No sé…no hay algo positivo en todo esto, sólo puedo repetir mi idea de que es de personas como ésta que aprendemos a reconocer a aquellas con las que vale la pena entrelazar la espiral de nuestra vida, y que piensan lo mismo de nosotros.

Por ahora: FIN.


2 comentarios:

  1. Pues...es una larga historia, pero en fin...creo que ya no importa, es tiempo de cambiar ¿no?

    Por cierto, ¿anónimo qué te llamas? jeje

    ResponderEliminar

Se aceptan críticas constructivas.

hit counter

Creative Commons

Creative Commons License
.