28 de diciembre de 2011

Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (2)*

¿Puede un ser humano llegar a comprender plenamente a otro?
Cuando deseamos conocer a alguien e invertimos mucho tiempo y serios esfuerzos en este propósito, ¿hasta qué punto podremos, en consecuencia, aproximarnos a la escencia del otro? ¿Sabemos en verdad algo importante de la persona que estamos convencidos de conocer?
Tras varias semanas de cargar con este enorme libro a todos lados y pelear conmigo misma y mi agenda para poder leer, al fin terminé todos los de Haruki Murakami traducidos al español antes de 1Q84 (que ya me espera en mi librero). La historia de Toru Okada, un hombre que se encuentra un día sin trabajo y cuya esposa desaparece bajo el pretexto de que le ha engañado y que eso la ha hecho transformarse sin poder dar vuelta atrás.
Murakami nos hace acompañar al señor Okada en sus tareas cotidianas, como llevar la ropa a la tintorería, cocinar, comer, tomarse una cerveza, fumarse un cigarro, chupar un dulce, lavar la ropa, ir al súper, bañarse, leer, matar el tiempo y buscar al gato que lleva varios días perdido. Actividades que parecieran banales e insignificantes para el transcurrir de la historia pero que están llenas de elementos y señales sobre lo que vendrá después: un desenlace que se convierte en una reflexión sobre la soledad, sobre nuestra capacidad para conocer a otro, para conocernos a nosotros mismos, sobre cómo todos estamos conectados y cómo la gente que entra y sale de nuestra existencia siempre tiene un papel que representar para un fin último, ¿será que el cumplimiento de ese fin depende de nosotros o que ese libre albedrío del que tanto hablan es sólo una ilusión?
Todo esto también me hace pensar en el papel que los sueños tienen en sus historias, en las de Banana Yoshimoto y en nuestra vida, ¿será una coincidencia o será que la existencia de un mundo paralelo al que se accede a través de los sueños es una creencia (o experiencia) universal? Y es que, ¿quién no se ha perdido entre la delgada línea que separa estar dormido de estar despierto, quién no ha descubierto a alguien o a sí mismo gritando, riendo, sollozando, hablando, moviéndose o teniendo los ojos abiertos, mitad allá y mitad aquí, en ocasiones creyendo que el sueño era la realidad y en otras mezclando la realidad con el sueño?
Es toda una aventura adentrarse en el universo de Murakami, con todo y su propia banda sonora, en este caso, la obertura de La gazza ladra (La urraca ladrona), de Rossini. Si uno la conoce, es un hecho que la tarareará durante todo el libro; si no, la narración obliga a buscarla inmediatamente. Aquí hay una versión con Gustavo Dudamel como director de la Orquesta Juvenil Simón Bolívar.

1 comentario:

  1. Primer libro de Murakami que leo, me habia abstenido de leer esta entrada del blog porque queria vivirlo...

    Para mi fue un gran libro que al final te deja con una sensación rara... tantas historias que se entrelazan...

    Creo igual aprendi que no hay ser humano ordinario, todos tenemos algo especial por compartir, porque todo esta conectado como dices...

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