De pronto, le pareció que tras de sí dejaba sólo un páramo y un vacío del cual no era capaz de evocar ni una sola escena, ni un solo rostro, ni una sola voz, ningún aroma, nada de todo aquello que le hiciera convencerse de que realmente había vivido.Goran Petrovic lanza una advertencia en el prólogo del libro: es una historia perturbadora. La breve carrera que emprende un hombre enfermo sentenciado a muerte por los doctores, huyendo de esa imposición y luchando por ser él quien decida cómo y cuándo morir. Sin embargo, su muerte y su vida conjugan una masa de individuos que van tras él: ¿qué ha hecho? ¿cómo será recordado? ¿por qué lo persiguen? ¿llegará a su destino? Un recordatorio de que al final esa sentencia tendrá que alcanzarnos o seremos nosotros quienes la busquemos, una certeza que nadie puede o debería poder quitarnos.
2 de marzo de 2011
La boca llena de tierra
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se aceptan críticas constructivas.