Durante los últimos meses he pensado en por qué la danza —el ballet— es tan importante para mi, por qué en estos seis meses que llego sin ponerme un leotardo, unas mallas y unas zapatillas, he sentido que no sólo mi cuerpo, sino mi mente y mi espíritu, se han ido atrofiando. Cada día que pasa me siento más torpe y más 'llena', de emociones e ideas a las que no he podido ponerles orden. Bien, aquí está la respuesta: No estoy en equilibrio.
Cuando Murakami corre no piensa en nada y eso lo repite hasta el cansancio, porque así, pone su mente en blanco, le da un descanso y le permite 'resetearse'. Y cuando tuvo un mal día, una mala crítica o simplemente amaneció de malas, su forma de enfrentarlo es ponerse sus tenis y correr un kilómetro más. Algo que definitivamente no me he permitido hacer en los últimos meses y que todos necesitamos. ¡A ponernos los tenis o las zapatillas de ballet! que todos necesitamos vaciarnos y resetear la mente a través de nuestro cuerpo.
Hay algunos procesos que, hagas lo que hagas, no toleran los cambios. Eso creo yo. Y, si no tenemos más remedio que coexistir con ese tipo de procesos, lo único que podemos hacer es transformarnos (o deformarnos) nosotros mismos mediante perseverantes repeticiones e ir incorporando esos procesos hasta que formen parte de nuestra personalidad.
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