Se fue tal y como llegó

Un buen día, mientras llegaba tarde a la oficina, recibí una llamada de cierta editorial en la que hacía ya varios meses había hecho un examen para 'freelancearme' como correctora de estilo.

—Ven mañana —me dijeron— y platicamos sobre un proyecto que tenemos para ti—.

Ahí iba yo, con la cabeza llena de iusiones, con la idea de demostrarles lo buena que era...y asi fue.

Comencé con el texto. Se trataba de un libro urgente de historia universal para primero de secundaria, porque las clases empiezan en agosto y era...¡malísimo! Nombres mal escritos, fechas equivocadas, párrafos ilegibles, actividades mal hechas, en fin, todo estaba mal y se los hice saber.

Durante varios días me trajeron dando vueltas con mi correo, revisando si mandaban el siguiente tema y nada. De repente llegó la temida llamada:

—¿Puedes venir mañana para que platiquemos?— obviamente mi cabeza empezó a trabajar. ¿Qué me irán a decir?¿Me dirán que soy una soberbia y prepotente?¿Me irán a dar las gracias?¿Me habré equivocado?

No lo hice, el libro era malo y yo tenía razón, pero el tiro me salió por la culata, porque resultó que les hice ver que el libro necesitaba mucho trabajo y ese trabajo tenía que ser dentro de la oficina y no como 'freelanceo'. Ese trabajo no se los podía dar yo porque tengo un trabajo fijo.

Y pues...fin. El nuevo proyecto se fue tal y como llegó. Salí de la editorial y estaba cayendo (literalmente) un huracán, me mojé mucho, me puse triste y luego me fui a que JM me reanimara con una invitación a cenar y un buen discurso de consolación....buuu, regreso a mi vida aburrida (con excepción de JM, las cenas y sus discursos, claro).