Y mientras dábamos vueltas y revueltas entre las mesas, rozando las lámparas y las butacas, comprendí que lo que estábamos haciendo en aquel momento, lo que de verdad estábamos haciendo, era bailar con el océano, nosotros y él, locos bailarines y perfectos, abrazados en un vals turbulento, sobre el dorado parquet de la noche. Oh yes.
Alessandro Baricco.
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