Todo comienzo tiene el sabor de un nuevo nacimiento, mientras que el final, todo final, está empapado siempre de olor a muerte. Debemos aceptarlo todo con calma y tranquilidad porque el destino, con todas sus caras, procede siempre de una ley inmutable, exactamente igual que la naturaleza del triángulo implica siempre que sus tres ángulos son iguales a dos rectos. Si piensas un momento en esta idea, Yonatán, te sorprenderá constatar que es cierta y que, además, nos produce una maravillosa tranquilidad interior: aceptarlo todo, interpretarlo todo y aprobarlo con sosiego.
Amos Oz.
Ahhh, Amos Oz. Qué alegría saber que ha escrito tantos libros y que no se le acabarán rápido a uno sus letras. :D
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