4 de abril de 2011

Todo es culpa de la empatía

Entre mis muchas manías está la de siempre querer encontrarle lógica a lo que los demás hacen. Me despierta mucho interés entender por qué las personas realizan cosas que los dañan a sí mismos y a los demás. Actos como tirar la basura en el piso, meterse en las filas, no saludar a los que se cruzan en las escaleras, tomar malas decisiones, pelear sin sentido, no seguir las reglas de convivencia básicas, ¿por qué? ¿cuál es el fin? ¿qué ganan? ¿realmente creen que le ganan algo a los demás? JM. en su afán de evitarme disgustos me repite (y muchas veces creo que tiene razón) que no le busque lógica a la gente que no la tiene y mucho menos a sus acciones...
Obviamente, esta empatía me hace sentir peor cada que veo noticias negativas, ya ni se diga catastróficas. Imaginar la angustia y el sufrimiento de las personas que viven un evento desafortunado me altera, pero la cosa no se queda ahí porque mi punto débil son los animales, sobre todo aquellos que nosotros -los humanos- colocamos en una posición difícil, aquellos que encerramos en las casas o que abandonamos a su suerte después de mimarlos hasta que dejaron de ser autosuficientes. Claro que en un desastre ellos están peor colocados y preparados que nosotros, y eso no parece importar a sus dueños, que son responsables no sólo de alimentarlos y mimarlos, sino de sus vidas. En fin, esto lo escribo por los animales que han sido noticia en los últimos desastres naturales, no voy a poner videos porque seguro ya todos los vieron, pero sí me quedo con ganas de decir un par de cosas muy groseras a aquellos que piensan que los animales son sólo eso, entes sin conciencia, memoria y sentimientos, porque al final son seres vivos como nosotros y se merecen el mismo respeto y cuidado.

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