Hace un año, visitaba el departamento en el que planeaba vivir. Pequeño, con una gran ventana en la sala y una cocina muy pequeña. Ahora, mi definición de esas paredes es otra, no es taan pequeño, amo esa ventanota en la sala y es MI casa. Todos los días, sin importar lo bien o mal que me haya ido, mi última meta es abrir esa puerta con el número siete, abrazar a Sebastián y meterme entre las sábanas.
Exactamente el 13 de noviembre cumplo un año viviendo ahí con JM, y el 10 de diciembre Sebastián cumple un año de haberse unido. No sé si ahora, después de lo que he vivido y aprendido, sería tan impulsiva como para rentar un departamento e irme a dormir allí el mismo día que me lo entregaron y, sólo un mes después, adoptar a un cachorro...
A quien engaño, no cambiaría nada, sobre todo porque nos ha ido muy bien. Claro que vivir con alguien (aunque fuera de mi familia) tiene sus pros y sus contras, sus momentos de pura felicidad y aquellos en los que parece que dos huracanes se juntaran, pero, al final del día, vale la pena y me enorgullezco de las decisiones que he tomado y de las cosas que he hecho.
Feliz primer aniversario, JM, Sebastián y departamento (osera).
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