Una revolución, ¿por qué no?

Se supone que todos esperamos una revolución en este año. Es 2010, se cumplen 100 de la revolución y 200 de la independencia, una revolución social es de esperarse ¿o no? Puede ser que en realidad lo que nos hace falta es la revolución individual o tal vez no sea necesario emprender una expedición para encontrarla, sino esperar que ella llegue a nosotros.
Por mi parte, sé que necesito un cambio, tengo que dar el siguiente paso (¿cuál y por qué no lo da?, se preguntarán) y ya es momento de decidir qué quiero hacer con mi vida.
Yo esperaba algo parecido a una epifanía, pero es hasta ahora, de repente y de la nada, que me doy cuenta que ese estallido ya se está dando en mi. En los casi siete meses que van de este año he intentado cambiar muchas cosas, aprender muchas más y, sobre todo, conocerme mejor. Aunque no lo parezca, me he esforzado hasta el agotamiento para descubrir que es lo que había estado haciendo mal y qué es lo que necesito (mental, física y espiritualmente) para seguir adelante.
Estos son algunos de los hallazgos y logros que he acumulado:

1. Tengo muchas personas a quienes puedo pedirles consejos y ayuda, pero la verdad es que nadie va a venir a ayudarme a dar el paso.
2. Puedo soportar muchas cosas, pero nunca voy a dejar que me humillen.
3. Pedir vacaciones cuando es justo es más fácil de lo que parece.
4. El estrés laboral, burn out y demás padecimientos pueden superarse con unos buenos audífonos, un tesito y un cambio de actitud (al menos temporalmente).
5. El mundo no se termina si no me levanto temprano un fin de semana.
6. Tengo que dejar de hacer planes (por más que me gusten) porque nunca van a salir como deben.
7. Si quiero un cambio tengo que hacerlo yo.
8. Puedo hartarme de limpiar mi casa, pero a final de cuentas yo voy a disfrutarla cuando esté limpia.
9. Un abrazo de mis papás o hermanos siempre va a calentar mi corazoncito.
10. Todavía no sé hacia dónde tengo que ir, pero sí sé que en el camino voy a dar mi mayor esfuerzo.