7 de mayo de 2010

Amrita


Una persona sonríe mientras su corazón, secretamente se consume. Y en seguida acaba por ser devorado.
Banana Yoshimoto, o Mahoko Yoshimoto, como la conocen en su casa, es autora de Amrita, la historia de una joven, Sakumi, que narra cómo su universo familiar se ve sacudido por la muerte de dos integrantes de su familia, mientras que su universo personal (externo e interno) se altera cuando ella casi muere.
La familia de Sakumi es distinta a lo tradicional: su padre y su hermana menor, Mayu, murieron; su madre se volvió a casar y a divorciar, por lo que tiene un medio hermano, Yoshio, y los tres viven con Junko, una amiga de la madre, y Mikiko, una prima de Sakumi. Por línea hereditaria, la siguiente en morir debería ser Sakumi, pero algo se lo impide y le permite seguir viviendo como una persona completamente nueva. El mensaje de la historia es claro:
Por mucho que uno pueda decir y hacer, el momento adecuado se presenta cuando menos te lo esperas. Llega planeando de pronto, imprevisto e imprevisible.
Los cambios son así y las mejores cosas también. La muerte llega de improviso, el amor llega cuando menos lo esperas y la felicidad está en todo lo que eres y lo que te rodea. Punto.
En mi vida no hice otra cosa más que correr. No es culpa de nadie. Yo lo veo así. Yoshio, tú también eres muy precoz, por lo tanto debes tener cuidado. No tengas la misma prisa que yo. Mira bien la cena que ha preparado mamá, el jersey que te ha regalado. Mira bien las caras de tus compañeros de clase, las casas del barrio que demuelen para construir otras nuevas. Cuando se vive en el mundo real uno no se fija en lo que le rodea, pero estando en el camerino de un teatro no se te escapa nada. Date cuenta de que el cielo es azul, de que tu mano tiene cinco dedos, de que papá y mamá están ahí, lo mismo que las personas desconocidas con las que hablas por la calle: todo eso es como beber un agua fresquísima. Si no se bebe cada día no se puede vivir. Si no se bebe, si el agua está ahí y no la bebes a grandes sorbos, la garganta se seca y se muere.
Sakumi tiene que pasar por situaciones increíbles, aprende quién es ella desde cero, debido a la amnesia que le provocó la enorme caída, y conoce a alguien que le hace saber quién es. Desafortunadamente no todos tenemos tanta suerte y salimos a aprender quienes somos por nosotros mismos, sin darnos cuenta de como nuestras acciones afectan y afectarán a los que nos rodean y a los que se preocupan por nosotros. Yoshimoto lo dice así:
¡Basta con que una sola persona haga algo, como una ola, para que todos se vean afectados!
Para el final de esta historia llena de elementos sobrenaturales y cotidianos que impresionan y cambian al personaje, como sucede con todos nosotros, Yoshimoto le muestra al lector una segunda moraleja a través de la vida de Sakumi:
Y así, suceda lo que suceda, mi vida continúa fluyendo sin que nada cambie, igual que siempre.
Le damos demasiada importancia a las cosas y a las situaciones. Creémos que lo que nos pasó ayer o antier va a cambiar nuestra vida, pero no es así; los eventos que realmente afectan nuestro transcurrir por el mundo son pocos y se dan cada tantos años. Debemos tomar perspectiva y darnos cuenta de que sin importar qué tan difícil o extraordinario nos parezca el día de hoy, mañana nuestra vida seguirá su curso, incluso nos dará la impresión de que lo que nos pareció tan especial o tan terrible, fue un sueño o no ocurrió.
Aquí les dejo cómo la madre de Sakumi define a su hija, coincidentemente, es algo que me han dicho muchas veces:
Tú eres demasiado racional. Piensas demasiado. Le das demasiadas vueltas a las cosas. De ese modo dejas escapar las ocasiones propicias para intervenir y desperdicias tus energías. Basta con que estés ahí firme en tu sitio, y mandes a tu alrededor una luz bella y fuerte. El amor no está hecho de palabras dulces e ideales, es algo mucho más primitivo.

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